sábado, 24 de marzo de 2012

Los mosdisquitos en el cuello, las caricias, lo besos, el tiempo se lo lleva.

No sabiamos nada, nadie nos había avisado, nadie nos habló de las consecuencias. Porque aquella primera mirada en la que uno de los dos se sonrojó, hace tanto tiempo, ha tenido consecuencias. Aquella primera declaración absurda hace tanto tiempo, ha tenido consecuencias. Ese primer beso, ha tenido consecuencias. Durante el segundo que dura esa mirada, no piensas. Por supuesto, durante ese primer beso, no piensas. Te das cuenta de que la mayor consecuencia que todo eso ha tenido ha sido ha sido el amor; estás enamorada. ¿Y qué? El amor es bonito, él siempre estará a tu lado, serán sus besos los que querrás siempre. No habrá nadie más; le quieres, le amas, te quiere, te ama. Y no te da miedo reconocer que te has enamorado y que ha sido de él, del chico de las miradas, del chico de los besos. Y es después, mucho tiempo después, demasiado tiempo después; cuando piensas en las consecuencias que todo aquello ha tenido. Al amor lo han sustituido, lo ha sustituido un sentimiendo doloroso; la nostalgia. Pero ya es tarde, lo sabes, todos lo saben; aunque nadie te avisó. Los recuerdos se te repiten, las imágenes no tienen nada mejor que hacer que pasearse todo el dia delante de tí. Recuerdos e imágenes; nadie nos avisó de que eso seria todo lo que quedaría tras tanto tiempo. Y que el chico de los besos se ha esfumado, al igual que sus sentimiendos por tí.

sábado, 10 de marzo de 2012

Yo ya no entiendo nada.

¿Por qué? De verdad que necesito una respuesta. La necesito como el respirar, la necesito como te necesito a tí. ¿Por qué eres tan sumamente egoísta? ¿Por qué mientes cuando sabes que esto no da para más? ¿Por qué no eres capaz de dejarme ir si eres tú quien acaba con esto cada vez? ¿Por qué me dices te quiero si ambos sabemos que no lo sientes? ¿Por qué? Me quieres, o es dices. Lo pasamos bien, nos reimos, nos amamos durante un tiempo. Luego tú te cansas de mí. Me dejas, lloro, no como, no duermo. Y cuando pasan dos semanas, cuando mis mejillas vuelven a coger algo de color, cuando vuelvo a comer, cuando solo lloro de vez en cuando; tu vuelves. Diciendome que me hechas de menos, que te has dado cuenta de que no puedes estar sin mí, que lo sientes. Y la historia se repite; me quieres, o eso dices. Lo pasamos bien, nos reimos, nos amamos durante un tiempo. Y luego tu te cansas y todo vuelve a empezar. Hasta que me eches de menos, y yo vuelva a creerte cuando dices que me quieres. Porque te quiero demasiado como para admitir que quizás, sólo quizás; estés mintiendo. Yo ya no entiendo nada.